Admito que aquel veneciano fascinante y legendario, de nombre Giacomo Casanova, se mosqueara justificadamente conmigo al verse comparado con el exótico, cutre y lenguaraz esperpento Espartaco ...
Llego a la conclusión de que para un señor con canas, muchas, como yo, me podrían llamar «silver glam» pero no me lo llaman, es más fácil digerir a un malote braguetero («No, no me vuelvo ...